domingo, 12 de marzo de 2017

Tara Verde

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Detrás de cada mirada profunda veo una estrella sobre todo aquello que posa mi conciencia. Y siempre en la noche el motivo de ver mas allá. Que la mañana termina cegando para ver también el acá. Entonces en cierto punto cruzo un puente por la autopista y recuerdo el viajar en la noche y el amanecer de los sueños.

Alguna vez fui como los arrogantes que temen al pueblo y por eso lo menosprecian, menospreciando también su vino y su fe. Hoy, soy un solitario entre el pueblo, bebiendo de la fuente desconocida que me conduce a la humildad. Y en tal punto, se quebranta mi ignorancia al despuntar mil soles, en el dintel de de la puerta de un templo extraño casi al ocaso. Y ver en unidad, que con amor y humildad la diosa me contesta con un acto de misericordia.
Que no rechaza mi cristianismo, ni mi ser occidental, y se vuelve familiar como si la conociera de siempre.

Así, sumergida en mis sueños, oriente y occidente se aúnan. Y ese estallido de mil soles, el alcanzar el cielo interno. Unión buscada que no importa si la llamo Abraxas, Cristo, Guan Yin, o Tara.
Melodía manifiesta de una flauta de bambú o el mismo viento que asola en tempestad rompiendo mi dureza, dejándome parado como niño frente a la bella luz, del vitral de la iglesia de mi infancia. Escenas místicas frente a la pila bautismal. O simplemente ver a bella Tara en una verde hoja del árbol que se inclina al río.  

Gracias.

Om tare tuttare ture svāhā 

Alex


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