domingo, 26 de diciembre de 2021

Para vos

 


Para mí que tan solo cruzar el Riachuelo te extraño. Te he caminado toda mil veces. Que me he perdido en tu inmensidad. Que en vos me he soñado y sobre vos vuelo. Tu mi gran amor. Belleza. Mis desvelos, mis insomnios y amaneceres. Este sur.
Quien diría que un día, llegarías. Que tu amor vencería mi ciudad. Si, tu mi amor; mi bella. No se como, pero te has vuelto patria. Amanecer... y mi hogar.
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sábado, 25 de diciembre de 2021

De dias aciagos

 


Entiendo todas las penas y dolores como entiendo también el sentido de los abrazos, el amor y las distancias. Haz posible que todos aquellos que has perdido, los reencuentres en la eternidad. Y si el miedo ahora te confronta, y quieres adaptarte por temor, recuerda constantemente, que la libertad y el coraje adentro siempre están; a no ser que hayas muerto en vida. Hoy enfrento muchas batallas, pero no por eso dejare que un grupo de rufianes o un malonaje infrahumano quiera robar mis sueños. Y por encima de todo: ¡Clavo mi lanza sobre esta tierra que la sé campo de batalla, pero también la sé, el aroma de quien amo!

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martes, 21 de diciembre de 2021

De este andar


El vacío. Este cuerpo que no da. El calor que parece fermentar la luz. Solo queda voluntad. Andar como quien anda. Algunas luces navideñas. Recuerdos. Lagrimas que nunca salen. Un silencio embriagador. Esperanza ceñida sobre las hojas de este árbol.
Cada segundo es lucha entre dolor y hastío. Aunque he dejado de escupir antagónicos rostros. Quizá sea este tiempo. La espera del rayo de luna. Quizá mi brutal tenacidad. Pero no se. Aun no acostumbro moverme entre las palabras vanas. Contemplo, mas sigo andando. Y les dejo el arbol, de florero.
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Lo Comun

 


Hace un tiempo que ando sin ganas de contar historias; más precisamente desde mi vuelta de Tetaria. Las cosas han perdido cierta luz. Sin embargo este lunes anduve por el barrio de Congreso y saque esta foto al paso; quizás con la esperanza de escribir algo.
Uno ve ciertas casas que parecen de terror. Pero lo que de verdad asusta, es la confianza con la que se entregan los comunes. Su ausencia de instinto, su ausencia de intuición.
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Fotografiando

 



¿Por que mi grafía debería ser más bella que la forma de estos muros? ¿Por qué este bello colmenar debería espantar? A decir verdad, no hay nada que espante más que el desierto. Pampa desolada y angustia polvorosa. Solo algún ombú por aquí o allá, matas de cardo dispersas y voraz llano hasta el horizonte. Desesperado deseo que broten lomas de la nada y cubran tal desesperante desnudez. O tal vez volver a la ciudad. Contemplar arquitectura. Como este edificio a dos cuadras de la avenida Corrientes y a una de Callao. Ahí uno puede perderse en sus bares, librerías y el tumulto de gente. Hubo un tiempo en mi adolescencia que descubrí salir del cuerpo. Traspasar muros. Fugarme del pesar entrando como fantasma a otras casas. Ver in situ invisible y con sed de aventura otra gente en su medio. Pero termine asqueado y aburrido. No había nada en ver sus vidas, solo tedio. Esto me recuerda en contraposición a lo que oí de un monje. Se había retirado al desierto en busca de Dios pero escapo por no soportar el devorador horizonte. Hoy ya no me fascina atravesar paredes. Prefiero lograr la intimidad entre almas, un vínculo cordial, tender una mano o vivir la comunión entre pieles. Aquí fotografiando de frente arquitectura, valorando belleza en el tumulto, sintiendo genérico amor por humanidad fluyente. Mientras fotografío, siento saberme infiltrado en este mundo, aportando y soportando rechazo. Como viajero entre realidades me deslizo entre su orden social sin sentirlo mío y contemplo desde una extraña e inexplicable paradoja este edificio como si fuera un arqueólogo y al mismo tiempo lo siento moderno, nuevo, vivo, en pie.
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domingo, 12 de diciembre de 2021

Alamos



Me hablan de éxito. No conozco otro éxito que este libre deambular en tormenta. Escapandome a veces por rendijas, otras imponiéndome. Eclipsada hoy por un tiempo en dolores mia poética. Más no por ello he dejado de ver la danza de las musas, ni de recibir la nieve de los dioses. En atisbo contemplo en las noches el todo con ojos caburé. Vivi desde pequeño la guerra contra el común. Quien haya sobrevivido a la corriente, comprendera. Y no es que vaya contra el diablo, o ame a Dios por ser correcto. Amo a Dios por su amparo y cargo contra diablo por ser el amo de los corrientes. Tú me dirás arrogante. Y yo te diré: soy paria. Asi en medio de la niebla, amo a la humilde gente de pueblo. Entono mi canto. Desecho toda jaula. Agunas noches lanzo mudo alarido al cielo. Hago el amor, sin hablar de sexo. Vivo la vida, sin hablar de vivir. Del cuajo de las miserias humanas levanto mi puño y confronto absurdos bandos. Cubro inocentes, como cubro del mundo esta salvaje inocencia de niño. Y tu, quien hinca ódio sobre mis llagas, no te asombres ni te quejas por tomarme tiempo en danzar sobre tu paño acerado, ni poder de ahi moverme.
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Por la Calle

 



De niño viví en antigua casa. De esas de comienzos de siglo pasado. Me crié entre fantasmas que cargaban cadenas. Jugando con gatos en terraza y arañas de esquina. Por esas cosas de la vida luego mudanza, departamento, consorcio, colmena. Las alas del tiempo me acercaron a libros, magia, barrio, boliche amores, poesía. El amor a luz de velas, los demonios, el ángel de la visión. La guerra contra todo, libertad extrema. Quizás el ruido de aquellos fantasmas me hizo despreciar toda cadena. Más no olvide ni la infancia, ni la vieja morada. Un día, como cualquier día, la gracia asomo y me dio una vieja casa. Más pequeña, en otro barrio pero con algo de cielo. Hice así nido y fortaleza. Aquí los fantasmas no arrastran cadenas. Esta libertad fue empeño siempre detrás de lo único. Salvaje y tenaz intento. O lograba atrapar al sol en gema, o lograba el real amor. Alguien quizá Imagine que fue lo que eligió este corazón.

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