lunes, 28 de febrero de 2022

Remembranzas:

 

Mi vieja tenia un menequeé, sobre el cual diseñaba su ropa, por algún extraño sentido del humor lo llamaba Krishnamurti. Un día siendo pequeño había arrojado al piso ese torso de dama con pie de palo, y me puse a montarlo diciendo: ¡Arre krishna! ¡Arre krishna! ¡Arre! No hace falta decir que ligue flor de paliza. Lo que no se, es de donde carajo había sacado un mantra, para domar a lo gaucho.
Tendría 21 años cuando conseguí un libro de Krishnamurti. Lo abrí fascinado por toda la propaganda que tenia. Lo leí tres veces hasta entenderlo. Otras tres veces mas hasta darme cuenta que no era tan sublime como decían y seguí como cuando niño gritando Arre Krishna sobre cada personaje que por ahí se idolatra. Incluso lo hago conmigo mismo. Sucede que hacer esto molesta quienes idolatran a otros. ¿Pero que puedo hacer? En mi caso es como el cuento del escorpión. No puedo impedirlo, esta en mi naturaleza.
En 2006, me habían llamado el hijo de una señora mayor, para que la tratara imponiendo mis manos porque le supuraba una pierna con ulceras que no cerraban. Le deje bien claro al hijo que no me dedicaba a eso, ni le iba a cobrar por esto. El insistía, pero yo me negaba. Al final acepto que lo hiciera de onda y vaya dos veces por semana a de 19 a 19,30 hs. Así fui durante mes y medio. Y ella estaba mejorando, ya no supuraba. Eso fue en Febrero de ese año como justo para este tiempo.
Ese día salí de ese domicilio, (en el barrio de Villa Pueyrredon), y me iba caminando desde Griveo, por la calle Bacon, hasta la autopista General Paz, donde tomaría el bus. Las casas son bajas, pocos los edificios altos. El sol había bajado bastante. Era un día de mucho viento. Así que al pasar por una casa baja, veo algo metalizado en el cielo y de color plateado. Lo creí un globo de cumpleaños con gas, que se le escapo a algún niño. Dos casas mas, lo vuelvo a ver, no se había movido. Así seguí sintiendo algo extraño y al llegar a la esquina de Bacon y General Paz me quede ahí parado viéndolo.
No se movía era como una gran gota de mercurio, que fue tomando color rojizo cuando fue descendiendo el sol. Había agudizado mi ver y vi a su alrededor un campo esférico como un aura traslucida. Sabia que no era un globo sonda, el viento que había lo hubiera movido.
La gente al pasar, casi ni me miraba, tampoco lo hacían los policías del puesto de colectora justo frente y mucho menos miraban hacia arriba donde yo veía. Eso fue lo más curioso. Ya había visto en esa cuadra mucho antes luces que se prendían y apagaban alineadas en una recta con kilómetros de diferencia entre una y otra había contado con una otra testigo que eran unas ocho o nueve creo. No se movían. Se prendían y apagaban como árbol de navidad. Esta vez el objeto estaba mucho mas cerca, se veía grande. Pero no emitía luz. Solo reflejaba el sol.
Al oscurecer seguía ahí y se veía negro. Al final me fui antes de saber cuanto mas siguió eso ahí. Nunca dije vi un ovni. Para mi era un koan, t(al como otra gente también interpreta estos sucesos). Sí sentí algo, (como otros me dijeron), se te estaba mostrando a vos, por eso nadie mas miraba. Yo lo tome como: "no quieren ver".
Aun no tenia Internet, así que después de cenar me fui a un ciber y busque sobre manifestaciones extrañas. Recordé que algo similar me había ocurrido en 2002 para ese tiempo por una evocación. Estudie manifestaciones de ese tipo en la zona en Capital y Gran Buenos aires, y algo de eso puse en las notas de la libreta, que el personaje de mi novela "Los Uliseos" había encontrado en la calle tras un crimen. Novela mágica, policial, anti-illuminati, que comencé luego de imaginar el inicio, un medio día en en Enero de 2010, mientras esperaba un bondi frente a una plaza.
Respecto a esa gota de mercurio suspendida en el cielo, entendí el mensaje:
"No te metas con ciertas cosas".
Me dirán:
¿Y que tiene que ver esto con Krishnamurti?
Pues nada. Que la vida es como un koan.
¡Arre Krisna!
a

viernes, 4 de febrero de 2022

Las Horas

 



¿Hay distancia entre penas ajenas y propias? Trillada senda de ir abriéndose paso día a día. A veces un día nublado, un respiro. El momento bello, el oportuno. Alguna rendija para fugarse de la pesadez de este mundo. La mano que lava otra. La bendición de los maltrechos. Quienes cuentan sus horas para ser libres. Las libertades acechadas. Puede quizás un día que no te importe nada, pero puede también en ese no importar haber un corazón que se conmueve, como conmueve la hora versátil la víspera de las estrellas.
a