De niño viví en antigua casa. De esas de comienzos de siglo pasado. Me crié entre fantasmas que cargaban cadenas. Jugando con gatos en terraza y arañas de esquina. Por esas cosas de la vida luego mudanza, departamento, consorcio, colmena. Las alas del tiempo me acercaron a libros, magia, barrio, boliche amores, poesía. El amor a luz de velas, los demonios, el ángel de la visión. La guerra contra todo, libertad extrema. Quizás el ruido de aquellos fantasmas me hizo despreciar toda cadena. Más no olvide ni la infancia, ni la vieja morada. Un día, como cualquier día, la gracia asomo y me dio una vieja casa. Más pequeña, en otro barrio pero con algo de cielo. Hice así nido y fortaleza. Aquí los fantasmas no arrastran cadenas. Esta libertad fue empeño siempre detrás de lo único. Salvaje y tenaz intento. O lograba atrapar al sol en gema, o lograba el real amor. Alguien quizá Imagine que fue lo que eligió este corazón.
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