Rumbeando por esos lugares históricos de algunos rincones del alma. Esquivas los ídolos y vas enturbiando visiones lineales. Deconstruir, que le dicen. El tiempo va dejando huellas y borrandolas. Si te quedas en el tiempo del pogo fuiste. Te volves de una, anciano-pendejo. Como los viejos tangueros que rechazaban a Piazzolla. Veo muchos así. Están estancados como anclas de barco oxidado en el Riachuelo. Esa vejez vine joven. Y al llegar a viejo sos pendejo. No hay caso, es mezcla de capricho con inmadurez. Y eso siempre le da lugar a quien aprieta mas desde arriba. Al fin logras algo pulseando con letras. Te das cuenta que te volves escritor cuando te celan de algún personaje o de un poema. Como si se tratara de algo mas, que humo. Ves que algo tecleaste. Después las teclas bailan como dientes rotos, sean los tuyos o los del otro. Ahí, la cosa va en serio. Es como un danzar, como hacer el amor, como viajar por un río, tierra adentro.
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