Manos de ángel, pureza de humanidad. Melodía perdida que arrastro incesante, pero que un arrebato de sol suelta boca y voz de inocencia. Quiebro asonancia al dar una curva, al cambiar un camino. Ver de un lado reflejo que importa y opacidad que no. Y todo en un mismo salón de espejos y luces, como en las mesas de un bar. Donde cada gente se sienta en su ronda. Se acompaña familiar como conjuntos de haces de luz. No se ya si he superado marginar distancias. Si he roto visión normal. O solo en un punto me he encontrado. Pero se me han volado los pronombres y solo veo a veces por aqui o allá el brillo de algún lucero...
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