Cuando uno ya nace bicho raro, la sociedad trata de expulsarte de ella como si fueras un tumor que jode. Tengo mi nariz torcida, de cuando tenia un año y mi viejita me sentó en una pilca de mas de un metro sin respaldo y caí para atrás dándome la cara contra un cantero. Primera señal de que alguien inconcientemente no me quería en este mundo. Ella me dijo que ni llore, y yo lo recuerdo (tuve discusiones con una psicóloga sobre tener recuerdos tan tempranos). De hecho mi madre decía que yo nunca lloraba. La escuela primaria y secundaria, un infierno donde debía pelear siempre. Me preguntan si el dolor de la vesícula es tan grande. Duele un poco, les digo. Hay cosas peores. Algo me dice que el peor dolor es el de las madres en el parto. Anduve los dos últimos años con tres costillas fisuradas por pelea callejera. ¿Fui al medico? Solo me faje y listo. Dientes rotos en peleas, extracciones sin anestesia. El dolor corporal nada se parece a algunos dolores del alma. Recuerdo el bullyimg de algunas despechadas. El de la que te quiere patear y al no animarse hace bardo como excusa. La lista es larga y no es el motivo de este escrito. He perdonado a todo el mundo, incluso las mas dolorosas traiciones. Pero aqui voy al tema. Solo me quedo una cosa haciendo ruido, (que para otres parecerá una insignificancia). Hace mas de 15 años comencé a escribir. Mientras tecleaba en word algunas personas queridas, me veían y me decían: ¿por que perdés el tiempo con eso? Eso fue lo que mas me molesto en la vida.
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