Una parte mía es sagrada y camina solitaria en la mansión de niebla. Ahí conduzco a todo enemigo a luchar en mi terreno. Auto-existente, adjetiva jugando al encantamiento del sueño. La otra parte no conoce mas que dos verbos: avanzar o caer. El paisaje, es solo la belleza de la niebla. Ahí, la luz brilla en su justa medida. ¿Y el amor? Eso es lo que esta siempre. La misma niebla que todo lo envuelve. Por eso, mi vocabulario no es de vísceras, ni tendones. Habla de la sal en la noche. De gotas de sol al despuntar el alba.
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