El centro comercial henchido de gente entre luces y el viento helado. Más al apartarse, las nubes del cielo toman ese tétrico rubor rojizo. Las calles y avenidas cubiertas de neblina. Una hilera de árboles detrás de luz mortecina. Vaya a saber de cuanto han sido testigos. Day and night. Vuelvo a casa entre la niebla, meditando. Creo que la vida se resuelve en esas noches frías, donde se duerme en compañía y se comparte de mañana el desayuno. Hoy en soledad añoro las luces de mi estufa. Mis orejas se han humedecido, el frío cala. Creo que al igual que esos árboles hemos venido en el fondo a este mundo también a ser testigos. Testigos de una pequeña y humilde porción de infinito. Y por otro lado, extrañamente también ser como la niebla. Ya entrando a casa, un buen café. Estoy seguro que más allá de este mundo, entre otras cosas, se que extrañaría el buen café y el cavernet. Si, especialmente, cavernet sauvignon. Y como no tambien, los desayunos compartidos, el amor humano y claro también, hasta estas increibles noches de frio, vestidas de bella y descarada niebla.
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