No porque caiga la noche, esta sea en sí oscura. La luz, por dentro apremia. Vida interna es hecha de sentir. No hay sendas claras como atravesar el parque. Ni todo es bello, ni todo es claro. La claridad es lo correcto. Certidumbre que no evita ignotos y ajenos mal deseares.
Es curioso se defina como bien el logro del éxito. No digo que no deba irnos bien. Hablo de que hay un otro lenguaje. Aquel de quienes ya no van por parámetros de migas de pan. Candil de la lengua del eterno vuelo. Lengua ave, vida, liberación.
Todo escriba tiene apuntes. Todo peregrino tiene su diario. Al candor de la mañana es más fácil sentir la suave caricia de lo bueno. Despertar y desayunos. Saludar auroras y pasos automáticos. ¿A dónde se fue el inicio? ¿Cuál fue la causa del día?
Aquella claridad teñida de aurora se fue... En lo personal, a todo el andar lo llamo deambular. Y hay tres. Salir en busca del sustento y bendecirlo como ofrenda... hasta que noche seduce en aguas de sirena robando claridad.
Reniegan ahí en desgaste algunos, perdiendo significado, noche y mañana. Si, equivoco la paloma, se equivocaba. Es el derrape, el segundo.
Mas queda el tercero, que no se oculta por disimulo, no importa donde pique, si en la cara o en el… Aflora ahí el charco y la poesía. La buena y vil metáfora. La de no bendecir de más en la mañana y despues caer en mecánicos haceres….
Disonancias. No más justificación de entrega a la abyecta Pacáca, para luego disimular maquillandola de propósito. No más el argumentar éxito o excusar derrotas. Hablo de hacer lúcida ruptura con esa sintaxis que separa noche de mañana, risa de llanto…
¿Justificar? No hay mas, ¿ante quien? ¿La mirada ajena? No hay. Y así en tal punto, se acaba tanto el ave vespertina, como el mochuelo de la noche. Así, y ya fuera de metaforas, magica y singularmente, tan solo queda un par de alas.
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