jueves, 19 de enero de 2017

AFORISMOS DEL SER

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INTRO:

Este es un libro místico, del griego Mystikós, su significado es: cerrado, arcano, misterio. Esta asociado a los misterios. Tales misterios son una experiencia interna. La experiencia de la relación del alma con Dios.
Es también un libro gnóstico, del griego Γνωσις, gnosis, conocimiento. Refiere al conocimiento interno, la revelación interior. No una filosofía en si, sino el conocimiento intuitivo, que no es el racional. Sino la comprensión interna del susurro del Espíritu divino, el Santo Espíritu.
Nuestra agitada vida moderna, tan anclada en lo externo, tan asida a lo superficial, a lo material. Nos aleja de lo divino.
Podemos sumirnos en la agitación diaria, amargarnos por los muertos del día. O podemos sumergirnos por dentro en las infinitas aguas de la totalidad. Sintiendo las ondas de la llamada del Espíritu.

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El espíritu es el Todo amorfo. La materia y la mente, fragmentos inconcientes. Queda entonces la conciencia para recibir en el sentir la semilla de transformación de lo supremo. Entonces algo ocurre. El espíritu nos va transformando. Y nosotros vamos comprendiendo.
Existe un matrimonio entre conciencia y poder, y como tal, ambos son uno. Sus partes son el observador estático. Y su esposa, el poder dinámico. La conciencia se vela a si misma, en el Universo, que es la imaginación creadora. Cuando tal matrimonio se produce, es cuando se va superando la dualidad.

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La divinidad que es un espíritu infinito. Toma asiento para manifestarse en el Padre. Llamado también por los cabalistas hebraicos: “El Anciano de los Días” o “El Adán Kadmon”. El Hombre Primordial. La voluntad divina de la cual emanan todas las almas.

Del Adán Kadmon toma forma toda la multiplicidad. Y de la fragmentación del Adán Kadmon, deviene el Demiurgo, que es el primer formador. Esto genera en nosotros la fractalidad y la avidez de ser. Un principio antecesor del egoísmo.  (1)

El ser humano en ese descenso, comenzó a exteriorizarse, Tal exteriorización se densifica al entrar en la dualidad. En ese punto un hambre de experiencia material hace que nos revestimos de materia. Así la matriz humana se recubre de carne. Mientras el alma, anteriormente nuestro cuerpo, se repliega hacia adentro para formar el ser psíquico.

Tal condición donde nos exteriorizamos, que es resultado de una acción mágica. (En el sentido de necesidad, deseo, imaginación magnética), de nuestras potencias internas, que imantaron ser parte de mundos inferiores a través del alma, se denomina Demiurgo o acción demiúrgica. La cual provino de nosotros mismos, por lo cual, nosotros somos ese demiurgo.

Ese Demiurgo es entonces nuestra voluntad que oyendo el canto de las sirenas deseo sumergirse en las aguas inferiores. Esto fue simbolizado en el Bereshit  o Génesis, como la caída de la humanidad, bajo el concepto de alimentarse de algo denso, que termina sumergiendo a la criatura por debajo del Reino de la Unidad. A través del Reino de la Dualidad conocimos el Árbol del Bien y del Mal.


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El principio mágico de la imaginación humana devino entonces, en el de la fantasía. Nuestra manifestación se recubrió de materia. Volviéndonos seres orgánicos. Donde cada órgano es también signatura del ser interno.
Bajo el mismo principio magnético del deseo, otras potencias superiores, también se habían sumergido en la turba. Desplazadas por el filo brillante de verdad de las potencias del Universo Principal. Así el humano quedo a merced de muchas fuerzas.
Los demonios y la adversidad están para enseñarnos a ser más fuertes. Nuestro ángel para recordarnos la conciencia y nuestro corazón para enseñarnos a amar.

El Demiurgo entonces es esa voluntad ávida de si, que término inclinando a diferentes potencias a ser tragadas por un Universo inferior. Cayendo a mundos inferiores. Incluido el ser humano. Por lo tanto todo ser caído es demiurgo. Todo ser con egoísmo, es parte del “príncipe de este mundo”. Así es como se opone el Demiurgo al Adán Kadmon. Sin embargo, el Todo contiene el todo.

Comprendamos que el Demiurgo gnóstico, no es una emanación, ni en si un Creador. Sino que es la sombra, el egoísmo autocentrado. Que pretendiendo manifestar las infinitas formas, solo manifiesta infinidad de falsedades. Sumergiéndose cada vez más en un delirio de pensamiento y proyectándolo hacia fuera como “verdades”.
En otros términos el demiurgo no es un ser, es nuestro lado oscuro, nuestro lado ávido de si.

Así el demiurgo ante todo provoca la división, y de ello, la separación.
En tanto a un demiurgo creador de la materia, solo podemos decir que más bien le da forma al caos. Le da estructura y como tal, esa estructura termina convirtiéndose en prisión. Por eso muchas comunicaciones desde lo divino expresan del Universo manifiesto, que es en realidad piedra fría. Y con esto no niega la existencia de otros seres en otros mundos, sino que nos da a entender que todos están atrapados en la misma prisión psicológica y del deseo de lo material.


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En este punto, el caos primordial es organizado por las partículas que son también ondas. El poder, desde lo profundo genera la acción. Anima. La conciencia organiza en la imaginación, y el poder lo plasma a través de la voluntad. Vivificando lo creado por una sutil lluvia o rocío de lo Superior.
Entonces todos somos fragmentos del Adán Kadmon. Todos somos fractales divinos. Pero oscurecidos y caídos a la densidad al perder la unidad.
Y sin embargo la pérdida de la unidad y la fragmentación, fueron creadas por la visión del todo, como éramos en un principio, antes de experimentar.

La perdida de esa unidad y la fragmentación crean la herida primordial y el delirio de creernos omnipotentes. En muchos genera ateismo, por recordar con asco que el demiurgo es nuestra totalidad fragmentada y fue causa del desmoronamiento de la armonía primordial.

Así este Demiurgo o Adán Protoplastas, ordena el caos de la emanación del Poder dándole formas. En definitiva, la materia en si no existe como una realidad material. Sino como un velo, un vestido a lo que es en realidad amorfo. Esto no significa que no fuera una realidad, sino que la verdadera realidad es informe.
En otras palabras solo existe el Espíritu. Toda forma es como el se vela a si mismo. Por lo tanto la dualidad materia-espíritu es solo una idealización. Mientras que el espíritu simplemente es. Fuera de toda conceptualización.

Cuando nos abrimos al espíritu escapando al adversario, o ego demiúrgico. Entonces. Aceptamos la manifestación y la multiplicidad, como las mil formas de una sola cosa: el Todo. Solo ahí van desapareciendo las distinciones pues el Espíritu nos abre al amor integrador y a la conciencia. Comenzando a liberarnos de la prisión de nuestra individualidad egoica.


Esta introducción no se trata de un dogma, ni pretende ser teología. Sino que se trata de una analogía mito poética ontológica.



(1) Al respecto ver estas obras: “Tratado de la Reintegración de los Seres” de Martínez de Pasqually.  “De Signatura Rerum” de Jacob Boehme. “La Vida Divina” de Sri Aurobindo. “El Hombre del Deseo” de Louis-Claude de Saint-Martín. “El Demiurgo” de René Guénon. Y “El Mensaje Reencontrado” de Louis Cattiaux.


Mago Huari

"Aforismos del Ser"

Introducción.



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