Albor

Temido sol del verano, entre estas piedras. Este es tu abrazo. Mis memorias. Los presentes y los espacios. La hora que suena. Un viaje que no fue vano. Y aun sudan los bríos de historias y soledades. Aun, entre estas lapidas. ¡Entre estos muertos! Te saludo amanecer. Abrazo cada crepúsculo con sed imperecedera. 

A

Tecleando

Rumbeando por esos lugares históricos de algunos rincones del alma. Esquivas los ídolos y vas enturbiando visiones lineales. Deconstruir, que le dicen. El tiempo va dejando huellas y borrandolas. Si te quedas en el tiempo del pogo fuiste. Te volves de una, anciano-pendejo. Como los viejos tangueros que rechazaban a Piazzolla. Veo muchos así. Están estancados como anclas de barco oxidado en el Riachuelo. Esa vejez vine joven. Y al llegar a viejo sos pendejo. No hay caso, es mezcla de capricho con inmadurez. Y eso siempre le da lugar a quien aprieta mas desde arriba. Al fin logras algo pulseando con letras. Te das cuenta que te volves escritor cuando te celan de algún personaje o de un poema. Como si se tratara de algo mas, que humo. Ves que algo tecleaste. Después las teclas bailan como dientes rotos, sean los tuyos o los del otro. Ahí, la cosa va en serio. Es como un danzar, como hacer el amor, como viajar por un río, tierra adentro.

A

Eneros

De esas cosas que nunca he soltado y en un rincón quedan anidando. La esperanza de lo verdadero. Un viaje que siempre fue vida. Una esquina en verano, a la noche, donde sopla el viento cuando no sopla. Llegar tarde a la hora donde la gente parte. El rocío de los cuerpos. Las risas esenciales. La derrota, a los asesinos de los carnavales. Eneros y Febreros enarbolados. La mano que acompaña en oscuros callejones. La sonrisa victoriosa. El beso de la vida. Y saber por sobre todo, que alguien aun esta ahí.

A.

La Copa

Las copas de los arboles adquieren brillo al sol...
Como si abrieras los ojos por primera vez.
Los edificios se vuelven enjambres de arte.
El cielo estrellado cobija como madre.
Pero luego vienen a destrozar el encanto, 
los seguidores de lo inadecuado.
Los externos...
Jactanciosos de frases secas.
Enjambre del diablo.
La neurótica inquietud de la muerte en vida.
Los que nunca valoran un momento.
Los que para todo hay un precio.
Fútiles.
Hieren.
Como la peste.
Pero la copa del árbol, sigue ahí.
A pesar de todo.

Alex

Aun

Acecho los decires sin despecho
ante vientre y corredor estrecho.
Inefable ínfula discrimina, 
el rugido del león.
Y como garra salta el aheleo,
en feroz batida a muerte e instante,
sin derecho ni asonante.
Rasgando el telón, del teatro:
Hoy beso en la boca a la luna,
y veo el reflejo del cielo,
en una charca de la calle.

Alex

En tu cama

Y se cuando las palabras son luz de argel
y cuando adquieren filo de machete.
Cuando las noches son pesadilla insomne
y cuando los cuerpos quietos se abrazan.
Al pie de una escalera a verdad o muerte,
un templo entre las piernas,
una noche mas,
inundando.
Un día mas,
buscando respirar.

Alex.

Con la rana

--Endiosas las frases de famosos y desprecias la del hijo de tu vecina. --Dijo la rana, croando con fuerza al cielo, como quien entona la mas feliz alabanza. --Recuerdo los momentos dichosos y los terribles, como si fueran lejanos sueños. Solo tengo vivos aquellos donde di mas lucha. Ahora, el tiempo se llevo lo inútil. Solo soy el esplendoroso anochecer y croar--. Baje mi rostro hacia ella y le agradecí sonriente. Tire mi celular a un charco. Y me recosté mirando al cielo. Solo faltaba que yo también croara. Ojala hubiera podido.

Alex.