Siempre en mi mente tengo mapas. Avenidas, calles, parques. Pero los hitos en cada zona son siempre algo del corazón. Así entonces con el corazón contemplo hasta las cúpulas. La autopista trae aromas de otras partes. La estación refleja recuerdos ceñidos en cada mechón de luz. Una feria me recuerda una imagen del tarot. Una gran iglesia colonial abstrae mi pensamiento de la calle de batallas, y lo alza hacia el punto de Sophia, que perenne desciende cual ave. Me acerca a lo profundo del alma... a las letras y de nuevo a un gran mapa, que ya no es plano, sino mucho mas que tridimensional. Entonces el ave remonta vuelo y los ojos, ven sueños, una trama de pasillos, plazas y todos los amados e íntimos espacios que me permiten extender las propias alas.
A
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