El viento se llevo las chapas del galpón de la azotea y despeino todos sus duendes. Llego el molesto calor de primavera. En el chiquero ya no cotiza la vaca de alta gama, ni la chuleta trotsca. Los enanos afilan sus puñales, pero se inunda la bañera. Una dama se aferra a Mayúscula pirámide, usando su mano como visera, ve como crece un arroyo de roja tinta. Al final no supo si hacer un saludo al sol o quitarse sus sandalias. Pues su propio cielo, como el de todos se ha puesto también monstruosamente rojo con olor a piedra quemada.
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