Oscurecidos en memoria recuerdos de cuando por aquí había sentimientos. Quise hace tiempo embarcarme por una brecha a navegar en una cascara de nuez. Pero aun al filo de los días ya jugadas todas mis cartas, vi que la belleza del sol no animaba brillo de su luz sobre las hojas. Fue bueno saber que entre tanto sentimiento perdido, una simple cascara preservo los míos. Entonces sentí una voz. Sentí por dentro su grito. Vi detrás de la cortina de soledades como asomaba ambarino y me llamaba. Era su bello rostro, el de una de las vírgenes vestales.
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