El manto del poniente me envuelve en mi desvelo. La Luna y las estrellas aplacan toda herida de domingo. Una herida es siempre separación. La fe me toma de la mano y conmigo camina. Atravesar el bardo lo llamo. Atravesarlo hacia la Luz. Dicen que en el Cielo no hay noche. No la hay porque es pleno despertar. No se por que se me confunde con ángel o rival. ¿Y que importa? Si todo es luz, extrañare la noche madre que siempre me ha envuelto en su vientre. Pero uno debe nacer. Es dado a luz. Un día también deberá encenderse. Siento que el silencio me traga. Siento bendita la noche. Por eso no olvido y gracias le doy.
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