INTRO:
Este es un libro místico, del griego Mystikós, su significado es: cerrado, arcano, misterio. Esta asociado a los
misterios. Tales misterios son una experiencia interna. La experiencia de la relación
del alma con Dios.
Es también un libro gnóstico,
del griego Γνωσις, gnosis, conocimiento. Refiere al conocimiento
interno, la revelación interior. No una filosofía en si, sino el conocimiento
intuitivo, que no es el racional. Sino la comprensión interna del susurro del
Espíritu divino, el Santo Espíritu.
Nuestra agitada vida moderna, tan anclada en lo externo, tan
asida a lo superficial, a lo material. Nos aleja de lo divino.
Podemos sumirnos en la agitación diaria,
amargarnos por los muertos del día. O podemos sumergirnos por dentro en las
infinitas aguas de la totalidad. Sintiendo las ondas de la llamada del Espíritu.
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El espíritu es el Todo amorfo. La materia y la
mente, fragmentos inconcientes. Queda entonces la conciencia para recibir en el
sentir la semilla de transformación de lo supremo. Entonces algo ocurre. El
espíritu nos va transformando. Y nosotros vamos comprendiendo.
Existe un matrimonio entre conciencia y poder,
y como tal, ambos son uno. Sus partes son el observador estático. Y su esposa,
el poder dinámico. La conciencia se vela a si misma, en el Universo, que es la
imaginación creadora. Cuando tal matrimonio se produce, es cuando se va
superando la dualidad.
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La divinidad que es un espíritu infinito. Toma asiento para manifestarse
en el Padre. Llamado también por los cabalistas hebraicos: “El Anciano de los
Días” o “El Adán Kadmon”. El Hombre Primordial. La voluntad divina de la cual
emanan todas las almas.
Del Adán Kadmon toma forma toda la multiplicidad. Y de la fragmentación
del Adán Kadmon, deviene el Demiurgo, que es el primer formador. Esto genera en
nosotros la fractalidad y la avidez de ser. Un principio antecesor del
egoísmo. (1)
El ser humano en ese descenso, comenzó a exteriorizarse, Tal
exteriorización se densifica al entrar en la dualidad. En ese punto un hambre de
experiencia material hace que nos revestimos de materia. Así la matriz humana se
recubre de carne. Mientras el alma, anteriormente nuestro cuerpo, se repliega
hacia adentro para formar el ser psíquico.
Tal condición donde nos exteriorizamos, que es resultado de una acción
mágica. (En el sentido de necesidad, deseo, imaginación magnética), de nuestras
potencias internas, que imantaron ser parte de mundos inferiores a través del
alma, se denomina Demiurgo o acción demiúrgica. La cual provino de nosotros mismos,
por lo cual, nosotros somos ese demiurgo.
Ese Demiurgo es entonces nuestra voluntad que oyendo el canto de las
sirenas deseo sumergirse en las aguas inferiores. Esto fue simbolizado en el
Bereshit o Génesis, como la caída de la
humanidad, bajo el concepto de alimentarse de algo denso, que termina
sumergiendo a la criatura por debajo del Reino de la Unidad. A través del Reino de la Dualidad conocimos el
Árbol del Bien y del Mal.
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El principio mágico de la imaginación humana devino entonces, en el de
la fantasía. Nuestra manifestación se recubrió de materia. Volviéndonos seres
orgánicos. Donde cada órgano es también signatura del ser interno.
Bajo el mismo principio magnético del deseo, otras potencias superiores,
también se habían sumergido en la turba. Desplazadas por el filo brillante de
verdad de las potencias del Universo Principal. Así el humano quedo a merced de
muchas fuerzas.
Los demonios y la adversidad están para enseñarnos a ser más fuertes. Nuestro
ángel para recordarnos la conciencia y nuestro corazón para enseñarnos a amar.
El Demiurgo entonces es esa voluntad ávida de si, que término inclinando
a diferentes potencias a ser tragadas por un Universo inferior. Cayendo a
mundos inferiores. Incluido el ser humano. Por lo tanto todo ser caído es
demiurgo. Todo ser con egoísmo, es parte del “príncipe de este mundo”. Así es
como se opone el Demiurgo al Adán Kadmon. Sin embargo, el Todo contiene el
todo.
Comprendamos que el Demiurgo gnóstico, no es una emanación, ni en si un
Creador. Sino que es la sombra, el egoísmo autocentrado. Que pretendiendo
manifestar las infinitas formas, solo manifiesta infinidad de falsedades.
Sumergiéndose cada vez más en un delirio de pensamiento y proyectándolo hacia
fuera como “verdades”.
En otros términos el demiurgo no es un ser, es nuestro lado oscuro,
nuestro lado ávido de si.
Así el demiurgo ante todo provoca la división, y de ello, la separación.
En tanto a un demiurgo creador de la materia, solo podemos decir que más
bien le da forma al caos. Le da estructura y como tal, esa estructura termina
convirtiéndose en prisión. Por eso muchas comunicaciones desde lo divino
expresan del Universo manifiesto, que es en realidad piedra fría. Y con esto no
niega la existencia de otros seres en otros mundos, sino que nos da a entender
que todos están atrapados en la misma prisión psicológica y del deseo de lo
material.
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En este punto, el caos primordial es organizado por las partículas que
son también ondas. El poder, desde lo profundo genera la acción. Anima. La
conciencia organiza en la imaginación, y el poder lo plasma a través de la
voluntad. Vivificando lo creado por una sutil lluvia o rocío de lo Superior.
Entonces todos somos fragmentos del Adán Kadmon. Todos somos fractales
divinos. Pero oscurecidos y caídos a la densidad al perder la unidad.
Y sin embargo la pérdida de la unidad y la fragmentación, fueron creadas
por la visión del todo, como éramos en un principio, antes de experimentar.
La perdida de esa unidad y la fragmentación crean la herida primordial y
el delirio de creernos omnipotentes. En muchos genera ateismo, por recordar con
asco que el demiurgo es nuestra totalidad fragmentada y fue causa del
desmoronamiento de la armonía primordial.
Así este Demiurgo o Adán Protoplastas, ordena el caos de la emanación del
Poder dándole formas. En definitiva, la materia en si no existe como una
realidad material. Sino como un velo, un vestido a lo que es en realidad
amorfo. Esto no significa que no fuera una realidad, sino que la verdadera realidad
es informe.
En otras palabras solo existe el Espíritu. Toda forma es como el se vela
a si mismo. Por lo tanto la dualidad materia-espíritu es solo una idealización.
Mientras que el espíritu simplemente es. Fuera de toda conceptualización.
Cuando nos abrimos al espíritu escapando al adversario, o ego
demiúrgico. Entonces. Aceptamos la manifestación y la multiplicidad, como las
mil formas de una sola cosa: el Todo. Solo ahí van desapareciendo las
distinciones pues el Espíritu nos abre al amor integrador y a la conciencia.
Comenzando a liberarnos de la prisión de nuestra individualidad egoica.
Esta introducción no se trata de un dogma, ni pretende ser teología.
Sino que se trata de una analogía mito poética ontológica.
(1) Al respecto
ver estas obras: “Tratado de la Reintegración de los
Seres” de Martínez de Pasqually. “De
Signatura Rerum” de Jacob Boehme. “La Vida
Divina” de Sri Aurobindo. “El Hombre del Deseo” de
Louis-Claude de Saint-Martín. “El Demiurgo” de René Guénon. Y “El Mensaje Reencontrado” de Louis
Cattiaux.
Mago Huari
"Aforismos del Ser"
Introducción.