Si hemos sentido realmente amor, ese amor real. Si hemos sentido el mas terrible dolor, ese que nos destroza, que cuando algo nos lo recuerda, aun duele a pesar del tiempo. Solo nos queda una cosa, unir ese amor real y profundo y ese terrible dolor. Poner ambas cosas juntas, como en un relicario en nuestro pecho. Así llevarlas unidas siempre, como la fuerza que nos permite ir mas allá de nosotros mismos. Porque un día, mas allá del reino de la gravedad encontraremos lo perdido. Pero ahora estamos aquí, y ese amor debe ser pulido hasta la perfección. Y no hay perfección sin dolor ni sacrificio. Ese debe ser nuestro único consuelo.
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